martes, 10 de agosto de 2010

Untitled.

Sentado en mi sillón veo el viejo televisor, ya no miro ningún canal, ya no oigo ninguno de sus sonidos, simplemente lo miro sin parar.

Diario me levanto, me pongo mi bata y bajo lentamente las escaleras para desayunar lo mismo todos los días: café, una tostada y un plato de avena con leche. Termino, recojo el plato y le pongo un poco de agua y lo dejo escurriendo. Me acerco a la puerta y recojo la correspondencia, y la dejo amontonada con las cartas que desde hace tiempo no leo: cartas del banco, tarjetas de cumpleaños y de navidad, recibos de teléfono, etc.

Sigo mi camino y me siento frente al televisor. No tengo luz, así que sólo lo miro, con la pantalla apagada. Así me quedo hasta que dan las 4:30, cuando el muchacho de enfrente me trae un poco de fruta que como a la hora de la cena, un poco de pan, jamón, queso, algún dulce, un poco de mandado y medicina.

A las 7 de la noche me levanto y camino hacia mi cuarto, subo las escaleras, me quito mi bata y me duermo. Así es mi vida, asi vivo yo. Esa es mi rutina de diario. Ayer, hoy y mañana lo hago.

Un día el muchacho llego y después de poner las cosas en su lugar, se acercó a mí y dijo:

-Señor, ¿por qué no sale aunque sea un segundo?
-Aquí tengo todo lo que necesito, no necesito salir, ¿para qué salgo?
-Señor, aunque no haya motivos, debería salir, respirar aire fresco y gozar la vida.
-No tengo nada que gozar, al fin y al cabo me moriré y todo se ira al olvido.
-Señor-el muchacho me miro fijamente-cada segundo que tiene lo tiene que gozar, lo tiene que vivir, y es cierto que todo se va al olvido, pero al menos ese olvido se ilumina con el recuerdo y las alegrías de todo lo que vivió y uno se siente satisfecho de haber vivido al máximo su vida.

No le presté atención, simplemente se fue. El muchacho con el tiempo dejo de venir, dejándome a mi suerte. Bueno, nunca lo necesite.

Ahora estoy en mis últimos segundos reflexionando. Moriré solo. Solo y sentado frente a ese viejo televisor que nunca quise encender aunque supiera que no vería nada. No hice el intento. Nunca salí, no conocí a nadie, no tuve hijos, me distancie de mi familia, y de la única persona que tenía cierta cercanía a mi también me alejé. Viví solo, en una burbuja encerrado, ahora me doy cuenta que estoy enfermo, no tengo nada, no soy feliz. En estos últimos segundos acabo de darme cuenta que no viví, morí desde que nací. Me doy cuenta que para no morir joven, uno tiene que salir de su burbuja, salir de su mundo, y gozar...gozar para vivir.

CGB

No hay comentarios: